martes, 13 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD


Queridos amigos:

Un año más aprovechamos estos días para emplazaros a nuestros próximos encuentros que reanudaremos en enero.

Hasta entonces, nos gustaría desearos que paséis unas estupendas Navidades y fin de año. Para ello, no se nos ocurre nada mejor que este texto extractado de Bariona, ou le Fils du tonnerre (Barioná, el hijo del trueno) que Jean-Paul Sartre escribió durante su internamiento en un campo de prisioneros alemán para interpretar con sus compañeros de barracón en la Navidad de 1940. El texto pertenece a la edición ampliada y revisada de marzo de 2006 de Voz de Papel, que incluye la obra traducida al español (págs. 162-163).



«He aquí a la Virgen, y aquí José, y aquí el niño Jesús. El artista ha puesto todo su amor en este dibujo, pero es posible que lo encontréis un poco ingenuo. Mirad, los personajes tienen espléndidas vestiduras, pero están completamente rígidos: se diría que son marionetas. Seguro que no estaban así. Si estuvieseis ciegos como yo... Pero, da igual: no tenéis más que cerrar los ojos para oírme y yo os diré cómo los veo dentro de mí.

La Virgen está pálida y mira al niño. Lo que habría que pintar en su cara sería un gesto de asombro lleno de ansiedad que no ha aparecido más que una vez en un rostro humano. Y es que Cristo es su hijo, carne de su carne y fruto de sus entrañas. Durante nueve meses lo ha llevado en su seno, y ella le dará el pecho y su leche se convertirá en la sangre de Dios. De vez en cuando la tentación es tan fuerte que se olvida de que Él es Dios. Le estrecha entre sus brazos y le dice: "¡Mi pequeño!". Pero en otros momentos, se queda sin habla y piensa: Dios está ahí. Y le atenaza un temor reverencial ante este Dios mudo, ante este niño que infunde respeto. Porque todas las madres se han visto así alguna vez, colocadas ante ese fragmento rebelde de su carne que es su hijo, y se sienten como exiliadas ante esa vida nueva que han hecho con su vida, pero en la que habitan pensamientos ajenos. Mas ningún niño ha sido arrancado tan cruel y rápidamente de su madre como éste, pues Él es Dios y sobrepasa por todas partes lo que ella pueda imaginar».

Jean-Paul Sartre, Barioná, el hijo del trueno, trad. de José Ángel Aguejas, Voz de Papel, 2006.

Un abrazo.